Las vajillas de Ronit Baranga
Ronit Baranga nació en 1973 en Israel donde, a día de hoy, sigue viviendo y trabajando. Tras acabar los estudios de Bellas Artes, en Beit Berl College (‘HaMidrasha’), Historia del Arte en la Universidad de Tel-Aviv y especializarse en Psicología y Literatura Hebrea en la Universidad de Haifa, comenzó su trabajo como escultora contemporánea enfocada en el uso de la arcilla. Supe de ella al ver por internet una imagen de una de sus numerosísimas obras.
Me llamó tanto la atención que, desde ese momento, busqué información sobre su trabajo para conocerla más a fondo. El haberlo hecho me ha satisfecho sobremanera porque me parece fascinante todo lo que hace. Su trabajo se ha expuesto en numerosísimas galerías de arte de todo el mundo, tanto públicas como privadas, y en museos como el Triennale Design Museum de Milán (2012) o en el Dismaland Bemusement Park (2015).
Hoy os queremos presentar las vajillas que elabora. Pueden gustar más o menos, pero lo que está claro es que desapercibidas no pasan y, hablar de ellas, se habla.
Todas las piezas que componen la vajilla presentan rasgos humanos, disponen de una boca muy expresiva, con sugerentes labios rojos, lengua y dientes, y dedos flexionados emergiendo de la base de las tazas, transfiriéndoles ciertos gestos e inquietantes emociones humanas. Pasan de ser objetos inanimados y estáticos, a la vida, al movimiento, a la expresividad.
Este cambio elimina de golpe la utilidad con las que en un principio se hicieron, no pueden cumplir su propósito inicial, pasando a tener voluntad propia, necesidades y hasta deseos. Se han humanizado.
La boca y las manos, concretamente los dedos, desempeñan un papel muy importante en el trabajo de Ronit Baranga. La boca es concebida como un órgano sensorial a través del cual podemos percibir el gusto y el tacto. Es una puerta de entrada al interior de nuestro cuerpo a través de la cual reímos, gritamos, respiramos, comemos, besamos, suspiramos, etc.
Y los dedos otorgan acción y movimiento a través de las yemas, permitiéndonos interaccionar con nuestro entorno y nuestro cuerpo. Gracias a ellos tocamos, palpamos, acariciamos, rascamos, pellizcamos, sujetamos, escribimos, etc. En definitiva, ambos (la boca y los dedos) simbolizan la frágil frontera que hay entre el mundo exterior y el mundo interior, siendo nuestro cuerpo el punto de partida.
Como espectador, ¿qué sentimientos te transmite al ver esta obra?, ¿sientes una perturbadora contradicción entre la atracción, debido a la sensualidad que emana, o simplemente rechazo por su rareza? Os dejamos un vídeo donde podemos ver a la propia artista haciendo su trabajo.
VIDEO SUBTITULADO EN INGLÉS
Fuentes:
2 Comments
Ana
Muy interesante!
Miki
Qué chulo, Sr. Comilón!!!