
Jueves Santo, «la última cena»: ¿qué se cenó esa noche?, ¿cómo estaba dispuesta la mesa?, ¿cómo se sentaron?, ¿qué simbolizó esa cena?
La última cena (Pietro Perugino 1.493-1.496)

La Semana Santa, también conocida en otros tiempos como Semana Grande, Semana Pascual, Semana de la pasión… etc., es un período de tiempo litúrgico muy importante incluido en el calendario de festividades de varias religiones, entre las que cabe destacar la cristiana y judía. Aunque no siempre fue así, su celebración puede variar entre el 22 de marzo y el 25 de abril, pero… ¿sabéis por qué? La fecha exacta de esta festividad viene marcada por la luna o calendario lunar. Sí, como lo estáis leyendo. El inicio de la Semana Santa está marcado por el primer domingo siguiente de la luna llena o plenilunio tras el equinoccio de primavera, conmemorando así, en el caso de los judíos, la liberación de los esclavos de Egipto guiados por Moisés a través del desierto hasta dar con la tierra prometida, marcando el inicio del nacimiento del pueblo de Israel como tal, y en el de los cristianos, la resurrección de Cristo, el paso de la muerte a la vida eterna. Si echamos cuentas, coincide con el margen de fechas que hemos establecido anteriormente. Es por esto por lo que la pascua nunca cae en un día fijo.
Seamos religiosos o no, de sobra es sabido por todos lo que pasó en esos días, allá por el año 33 D.C., año en el que se crucificó a Jesús, pero hoy, desde El Platillo Comilón, os queremos hacer partícipes de la última cena que este compartió con sus apóstoles. Una cena llena de simbolismo, cargada de hechos y frases que han pasado a la posteridad como enseñanzas de varias religiones que hasta hoy día, lejos de dar sus últimos coletazos, siguen ganando adeptos.
¿Qué cenaron esa noche? ¿Cómo estaba dispuesta la mesa? ¿Cómo se sentaron? ¿Qué simbolizó esa cena? Acompáñanos a descubrir…
«La última cena»

Fijada hoy día en jueves, conocido por todos como “jueves santo”, tuvo que ser una noche muy especial, mística, llena de simbolismo como nos reflejan un sinfín de obras de arte y relatos escritos. Realmente lo que se conmemora esa noche es la pascua judía. Pero si realmente la religión católica hoy día reconoce a Jesús como el hijo de Dios, el gran salvador para el pueblo, ¿por qué esa noche se celebró la cena según el rito judío?
Jesús fue judío, condenado y acusado por su propio pueblo por blasfemo, por afirmar ser el hijo de Dios. El pueblo le veía más como un profeta y no como el Mesías que él decía ser, negando así su divinidad, totalmente incompatible con la concepción monoteísta que estos tenían, es decir, creían en un solo Dios. Los primeros cristianos, al inicio también judíos, creían en Jesús como el Mesías, creían en su resurrección, en el vencimiento del mal y la muerte para obtener una vida eterna. De aquí surgió el cristianismo. Es por esto por lo que el Judaísmo y el Cristianismo comparten el Antiguo Testamento, pero no el nuevo. La cena, pues, esa noche tuvo un marcado carácter judío.
Jesús, una persona muy respetuosa con las fiestas y tradiciones, reunió a sus doce apóstoles o discípulos en lo que es considerada hoy día como la primera iglesia, el Cenáculo, situada en Jerusalén. Aunque en muchas obras de arte aparece Jesús en la parte central de una gran mesa alargada, rodeado a ambos lados de sus invitados (por ejemplo en “La última cena” de Leonardo Da Vinci), las tradiciones y costumbres de la época, marcadas por la tendencia judía y romana, dictan lo contrario. La mesa que ocupaba la estancia sería baja con forma de U, dejando un hueco frontal libre para llevar a cabo su servicio.
De la misma manera, podemos presuponer que el modo de sentarse a la mesa era, o bien en el suelo sobre retales de telas o cojines, o sobre pequeñas butacas situadas al lado de la mesa, más bien semitumbados e inclinados y apoyados sobre el brazo izquierdo (ver la imagen).

Sea como fuere, los sitios tenían cierta relevancia dependiendo del lugar de la mesa en el que se encontraban. No se daba la misma importancia al que se sentaba al lado de Jesús, que al que se sentaba enfrente. Todo parecía estar establecido bajo un férreo protocolo.
Siguiendo la tradición judía de la época, el anfitrión, en este caso Jesús, no se sentaría en la parte central de la mesa, como muestran gran parte de las obras de arte que han llegado hasta nuestros días, sino que lo haría en la parte izquierda de esta, sitio de máxima importancia, pero tampoco en su parte central. A su lado izquierdo se sentaría el invitado de honor y a su derecha su gran amigo de confianza. El resto, se sentaría hacia la izquierda hasta completar toda la mesa. Teniendo en cuenta esto y ciertos pasajes de la Biblia, podemos decir que en lado derecho de Jesús se encontraba sentado Juan y en el derecho Judas, aun sabiendo que este le iba a delatar ante los romanos.

Este vídeo que os dejamos explica muy bien lo que hemos hablado anteriormente.
Una vez sentados a la mesa, y tras una serie de bendiciones y relatos, se dispensa la comida. El menú de aquella noche, acompañado de cuatro copas de vino tinto, elaborado con uvas maduras, y servido con una jarra, estaba formado por los siguientes platos:
-Pan ácimo: este pan no tenía levadura en su elaboración, lo que le hacía ser más bien plano y algo más duro. Se supone que fue pan ácimo lo que Jesús, como gran anfitrión de la cena esa noche, repartió entre sus apóstoles como símbolo de humildad. El significado que se le daba al comerlo, era la conmemoración de la liberación por parte de Egipto del pueblo judío como esclavo de este. Este suceso ocurrió con tanta premura que a la gente no le dio tiempo de preparar muchas cosas para partir, entre ellas, el pan para poder comer durante los días que les llevara el incierto camino que les esperaba hasta alcanzar la tierra prometida de manos de Moisés. No hubo tiempo para cocer la masa en los hornos como habitualmente venían haciendo, de ahí que no fermentara.

-Ensalada de hierbas amargas: elaborada con rábano picante, entre otras hierbas, para recordar la amargura y el sufrimiento que supuso la esclavitud del pueblo judío por parte de Egipto. Las hierbas que componían esta ensalada se mojaban en una especie de aderezo llamado “haroset”, elaborado generalmente con frutas cocidas en vino. Este representaba la mezcla de arcilla que los esclavos judíos usaban para construir edificaciones para el faraón egipcio.
-Cordero pascual: según la tradición judía, este debía tener un año de edad, sin contar con defecto alguno y tenía que ser preparado con tiempo para poder asarlo entero en el fuego de unas brasas y llevarlo a la mesa. No debía quebrarse un solo hueso del mismo y tenía que comerse entero, si sobraba algo, se echaba al fuego hasta consumirse. Al igual que en el caso del pan, al comer la carne de cordero se conmemoraba la noche en la que el pueblo judío, como esclavo de Egipto, impregnó los dinteles de las puertas de su casas con sangre de cordero para evitar que la maldición, que Dios envió para forzar su liberación, cayera sobre los primogénitos de cada familia.

Como podéis ver, los alimentos que se sirvieron esa noche tenían un marcado carácter simbólico. Pero eso no quedó ahí, sino que Jesús, después de cenar, se ofreció como el verdadero cordero pascual para ser sacrificado al día siguiente en la cruz. Su cuerpo sería entregado y su sangre se derramaría haciendo de su muerte un sacrificio único para sustituir la antigua alianza que se hizo en el monte Sinaí con Moisés, por la nueva, en la cual el cordero es él mismo. He aquí la Eucaristía cristiana.





One Comment
miki
Este post cultural es una muestra clara de lo interesante que para algunos como yo que desconociamos estos temas supone.Gracias y enhorabuena por este post tan interesante.