
El Pianista

FICHA TÉCNICA
Título original: The Pianist (Le Pianiste; El pianista)
Año: 2002
Duración: 148 minutos
País: Reino Unido
Director: Roman Polanski
Guión: Ronald Harwood (Libro: Wladyslaw Szpilman)
Música: Wojciech Kilar
Fotografía: Pawel Edelman
Reparto: Adrien Brody, Thomas Kretschmann, Maureen Lipman, Ed Stoppard, Emilia Fox, Frank Finlay, Julia Rayner, Jessica Kate Meyer.
Productora: Coproducción GB-Francia-Polonia-Alemania; R.P. Productions / Heritage Films / Studio Babelsberg / Runteam Ltd.
Género: II Guerra Mundial, drama, nazismo
SINOPSIS
Varsovia, Polonia, año 1939. Las tropas Nazis invaden el país, poco a poco se van situando por la fuerza en todos los cargos de poder. La crueldad con la que las bombas caen sobre la ciudad es tal, que el paisaje es desolador. Wladyslaw Szpilman, por entonces un joven de 27 años de edad, trabajaba en la radio polaca como pianista y compositor de música clásica. Consiguió ser una figura importante y reconocida en su país.

Por aquellos entonces, Wladyslaw vivía con su familia, todos ellos judíos, en un piso situado en un barrio muy pintoresco de Varsovia. La familia compuesta por dos hermanas, dos hermanos, incluyéndole a él, y sus padres estaba muy unida.

Poco a poco los nazis van restringiendo los derechos de los judíos, los discriminan hasta tal punto, que llegado el momento, años posteriores, montan todo un sistema de exterminio de este pueblo. Les prohíben el derecho de reunión, el derecho de expresión, educación, alimentación, etc. El Holocausto empezó a dar la cara de forma sigilosa, y como el que no quiere la cosa, se implantó férreamente hasta llegar a asesinarlos, solo por considerarlos como una raza distinta a la alemana.
La familia Szpilman se ve obligada a dejar su casa y coger algunas pertenencias para irse a vivir de manera hacinada al emplazamiento que los nazis habían hecho para el pueblo judío: un gueto, cerrado con altos muros de ladrillos y vigilados por militares. Los sucesos que muestra la película son conmovedores, desde asesinatos a bocajarro, palizas ejercidas gratuitamente… no hay palabras para describir el terror que debió suponer. Sin dinero y sin trabajo, Wladyslaw y su hermano se ven obligados a vender libros de forma callejera, libros que otros tiempos lucían en bonitas estanterías o librerías de madera. Un día Wladyslaw consigue un trabajo como pianista para amenizar una pequeña cafetería donde se reunía la sociedad judía más selecta que había dentro del gueto.
Poco a poco la maldad de los nazis inunda todo y la sociedad judía se ve obligada de nuevo a irse del gueto con destino a lo que llamaban los campo de concentración para continuar con su plan de exterminio. Wladyslaw ve cómo les llevan hacia una muerte segura introduciéndolos, como si de animales se tratase, en trenes de mercancías hacia su cruel destino. En el camino aparece un amigo de la familia que le retira de la fila obligándole a que desaparezca sin que le vean, dándole la oportunidad de escaparse y vivir. La separación de sus padres y hermanos es desesperante, y más cuando sabe el final que les depara.

Es aquí cuando empieza la pura supervivencia de Wladyslaw. El silencio embriaga las calles de miedo, tristeza, amargura… pero el instinto de supervivencia es tan fuerte que todo queda relegado a un segundo plano. Es preferible que veáis la película para haceros una idea de lo que aquí os contamos. Pero lo más doloroso de todo esto es que esto sucedió realmente, esta historia fue real, el pianista fue real, su familia fue real… pero no solo ellos fueron reales sino las miles de personas, de vidas, de historias truncadas también lo fueron. Os dejamos un tráiler de la película.
Creímos conveniente recordar quién fue el Pianista verdadero, Wladyslaw Szpilman, he aquí un retrato del mismo y un vídeo tocando el piano.

Y ahora os preguntareis ¿qué tiene que ver la temática de esta película con la gastronomía? En la lucha de Wladyslaw por sobrevivir se dan muchísimas circunstancias, pero la más significativa es la ausencia de alimento. El hambre acecha una y otra vez su desesperado estómago, pero en algunas ocasiones, gracias a ciertos amigos, puede comer, entre otras cosas, grano de trigo o cebada, alubias, patatas, pan… Pero un día este recibe un paquete que no solo llevaba pan, llevaba algo más, algo envuelto con papel de color marrón. Su sorpresa fue mayúscula al abrirlo y ver la deliciosa mermelada que contenía. No lo duda, mete los dedos para saborearla, produciéndole una sensación de alegría tal que le hace cerrar hasta los ojos. Parece mermelada de fresa por el intenso color rojo que tiene.

Este pequeño guiño, de manos de tan impresionante película, le ha servido a El Platillo Comilón para haceros llegar esta receta. ¿Nos acompañas a la cocina?


