Carbón dulce
© El Platillo Comilón
INGREDIENTES:
*Para la pasta glasa
- 200 g de azúcar glas
- Una clara de huevo
- Media cucharada de zumo de limón
- Colorante alimentario negro (al menos 3 tubitos de 10 g cada uno)
*Para el almíbar
- 120 ml de agua
- 350 g de azúcar
ELABORACIÓN:
El verdadero origen del turrón dulce no se conoce muy bien, y, a pesar de que la leyenda nos habla de varias versiones, desde aquí os contaremos una que nos ha gustado mucho.
Esta habla de la existencia de un personaje conocido como “el Carbonilla”, solo visible y presente en época de Navidad. Parece ser que era un paje de sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, y que no solo les ayudaba con la carga que les suponía el trasladar tantos regalos, sino que también se encargaba de observar a todos los niños para ver si habían sido buenos o no a lo largo del año. Esta información se la pasaba a sus jefes. Sí, a los mismísimos Reyes Magos de Oriente: Melchor, Gaspar y Baltasar y, dependiendo de ese comportamiento, recibirían o no los regalos que hubiesen pedido. Estos, al leer las cartas que cada uno de los niños les habían enviado, ya sabían, con la información que “el Carbonilla” les había dado, si habían sido buenos o malos. Pues bien, a los que habían sido buenos les esperaban sus regalos deseados, pero a los que habían sido malos les ponían carbón. El encargado de hacerlo era el mismísimo Carbonilla. Con el paso del tiempo el carbón pasó de ser normal, el mineral combustible, a ser un dulce comestible delicioso.
El significado quizás sea el valor que tiene este mineral una vez quemado, ninguno. No sirve para nada. Es más, esta leyenda dice que pudieran ser las cenizas del incienso y la mirra que los Reyes Magos regalaron a Jesús en el pesebre en el que nació el día 25 de diciembre, claro está, para los niños que no se han portado bien.
¿Y tú qué crees? Fuera cual fuera su origen, lo que sí es una realidad es la receta de carbón dulce que ha preparado el Sr. Comilón por si queréis sorprender a más de una persona la noche más mágica del año.
Antes de comenzar, debemos forrar, con papel apto para hornear, todas las paredes del molde en el que hagamos nuestro carbón dulce. Os recomendamos uno estrecho y alto, por ejemplo, como el de los panettones.
* Elaboración de pasta glasa: en un cuenco o bol mediano batimos la clara de un huevo de tamaño mediano o grande, junto con media cucharada de zumo de limón recién exprimido. Mientras mezclamos con ayuda de unas varillas metálicas o tenedor, añadimos poco a poco, hasta 200 gramos de azúcar glas. Debemos obtener una pasta homogénea, espesa y muy pegajosa. Si esta nos queda con una consistencia algo líquida, añadiremos más cantidad de azúcar glas, tanta como para que espese. Es en este momento cuando la teñiremos del color del carbón, es decir, de color negro. Esto lo conseguiremos con la adicción de un colorante alimenticio negro. Este tipo de colorantes no añade sabor ni olor.
¿Cómo separamos las yemas de huevo de la clara? Sígueme en mi sección: Técnicas de cocina.
Los tintes alimenticios de color negro son un poco complicados de obtener, aunque cada vez son más los supermercados donde los venden. Podemos conseguirlo en formato gel o masa compacta. Sea como sea, nos darán el mismo resultado. Eso sí, os aconsejamos que añadáis bastante cantidad para que la masa quede completamente negra y no gris. En nuestro caso hemos utilizado 3 tubitos de gel de unos 10 gramos cada uno de ellos y podríamos haber añadido incluso más. Una vez añadido mezclamos bien hasta que el color quede homogéneo. En un recipiente pequeño separamos y reservamos 40 gramos de esa pasta, necesaria para una elaboración de carbón dulce, y el resto la podemos reservar bien tapada en el frigorífico para futuras elaboraciones.
* Elaboración del almíbar: ponemos 125 mililitros de agua junto con 350 gramos de azúcar normal en un cazo de cocina a fuego medio, y removemos continuamente para evitar que se pegue en el fondo y caramelice. A medida que la temperatura aumenta, la cocción será más fuerte. Debemos obtener una consistencia algo densa conocida como “punto de bola dura”. Se le conoce así porque es el punto que se alcanza cuando, al sumergir una cucharadita en el almíbar, y posteriormente en agua fría del grifo, nos permita hacer con la mano una pequeña bolita.
Debemos prestar especial atención a las salpicaduras porque queman muchísimo. ¡Mucho cuidado con esto!
Y a partir de aquí todo sucede muy deprisa. Llegado este punto añadimos, sin parar de remover, los 40 gramos de pasta glasa que habíamos reservado. Retiramos el cazo del fuego y veremos elevarse la masa resultante como si fuera a desbordarse. Seguimos removiendo enérgicamente hasta que baje de nuevo y el color negro se expanda a toda ella. Sin parar de remover veremos una nueva subida de la masa. En el momento en que haya obtenido de nuevo su máximo volumen, vertimos todo el contenido en el molde que habíamos preparado con anterioridad.
En un principio nos parecerá que se va a salir de él, pero, a medida que la masa resultante se va enfriando, el volumen va disminuyendo. Cuando se haya enfriado del todo, sacamos del molde tirando del papel con el que lo habíamos forrado y nos disponemos a partirlo en trozos para repartir a todas aquellas personas que se hayan portado mal durante el año.
¡Esperamos que os guste y os endulce el día!
One Comment
Miki
Éste año no he tenido tiempo, pero para el año que viene lo haré para aquellos que se porten mal…