Garbanzos guisados
- 500 g de garbanzos pequeños
- Un trozo pequeño de tocino fresco
- Una manita de cerdo
- 2 chorizos
- Una punta de jamón serrano
- Una cabeza de ajos
- Una cebolla y media
- 2 zanahorias grandes
- Un puerro
- 2 hojas de laurel
- 3 patatas medianas
- Una cucharita de pimentón dulce
- Agua
- Aceite de oliva
- Sal
¿Sabías que al comer garbanzos se ve reforzada nuestra felicidad? Como lo lees. Según un estudio de investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalén, esta pequeña legumbre contiene grandes cantidades de “triptófano”, un aminoácido precursor de la serotonina, más conocida como “hormona de la felicidad”. Es un neurotransmisor que produce sensación de felicidad y bienestar, y actúa como tranquilizante para mejorar la calidad del sueño e inducir al descanso. El déficit de este elemento produce ansiedad y depresión. ¡Ahora entiendo por qué después de comer un buen cocido completo uno se siente tan feliz!
Para comprobarlo, el Sr. Comilón ha elaborado esta suculenta receta de garbanzos guisados, ¿le acompañamos a la cocina y nos empapamos de felicidad?
Podemos hacer la receta con cualquier variedad de garbanzo atendiendo a su tiempo de cocción, pero nosotros hemos utilizado la variedad conocida como “Pedrosillano”, cultivada tanto en Castilla La Mancha como en Castilla y León, por sus características a la hora de cocer. Esta variedad es inconfundible por su pequeño tamaño, de ahí que se le conozca también como “garbanzo pequeño”, por su cotiledón de forma redondeada y pico puntiagudo, por sus arrugas ligeramente marcadas en su superficie y por su vistoso color marrón con ciertos tonos anaranjados.
Aunque requiere de un largo tiempo de cocción, este garbanzo conserva perfectamente su forma sin perder el fino hollejo que lo protege. Además de su gran capacidad de absorción de líquido, su textura mantecosa y su intenso sabor característico hacen que el guiso salga espectacular. Según la tradición oral, es decir, “el boca a boca”, su nombre procede de la localidad Pedrosillo el Ralo, Salamanca, España. Aunque su nombre se les ha dado a muchos otros garbanzos cultivados en ambas Castillas.
Lo primero que debemos hacer es poner aproximadamente 500 gramos de garbanzos en remojo de 10 a 12 horas la noche anterior a su guisado, previo lavado de los mismos para quitar restos de tierra y piedras que puedan tener. De esta manera hacemos que se hidraten y queden blandos para hacer la receta al día siguiente. El agua en los que los meteremos debe estar tibia o fría, nunca caliente, porque de lo contrario endurecen.
En una cacerola grande echamos, previo lavado, una cabeza de ajos entera, 2 hojas de laurel, una cebolla, un puerro, 2 chorizos, una manita de cerdo bien limpia y troceada, una punta de jamón serrano y un trozo pequeño de tocino fresco. Echamos agua hasta cubrir, salamos y ponemos a fuego medio alto.
Para limpiar la manita de cerdo, la partimos longitudinalmente por la mitad y cada una de esas mitades a su vez en dos porciones. Si tiene pelos, los podemos flamear y retirarlos. Lavamos bien bajo el agua del grifo y le quitamos posibles impurezas, hebras o restos de sangre que pueda tener.
Cuando el agua empiece a hervir, echamos los garbanzos. Si vemos que se genera grasa por los bordes, la quitamos con una espumadera o similar. Dejamos cocer a fuego medio-bajo alrededor de dos horas y media o tres, y entre 20 y 25 minutos antes de que acabe, añadimos 3 patatas y 2 zanahorias peladas, lavadas y troceadas para evitar que se deshagan. Al mismo tiempo hacemos, en una sartén con un chorrito de aceite de oliva, un sofrito de media cebolla picada en trocitos pequeños. Una vez pochada, se añade una cucharadita de pimentón dulce y dejamos freír con cuidado de no pasarnos porque se quema muy rápido y le da cierto toque amargo. Una vez hecho, vertemos el contenido de la sartén en el guiso, rectificamos de sal y dejamos cocer hasta terminar para que coja el gusto.
Comerlos con un buen pan, unas guindillas picantes y una copa de un buen vino tinto te alegra el alma y calma el estómago. ¡Que aproveche!