Costillas de cerdo guisadas con salsa de tomate casera (Menú de Cine)
INGREDIENTES: (para 4 personas)
- 1,5-2 kg de costillas de cerdo
- 2 zanahorias
- Un pimiento rojo mediano
- 2 pimientos verdes de los finos
- Un puerro
- Una cebolla
- 3-4 dientes de ajo dientes de ajo
- Una cucharadita de pimienta negra molida
- Una cucharadita de tomillo molido
- Una cucharadita de romero molido
- Un vaso de agua
- Un vasito de vino blanco
- 2 tazas de salsa de tomate casera
- Aceite de oliva
- Sal
ELABORACIÓN:
Las costillas de cerdo son extremadamente versátiles en la cocina; se pueden preparar de diversas maneras, como por ejemplo a la parrilla, asadas, cocidas a fuego lento, glaseadas o cocidas en sabrosas salsas, como la receta que estamos a punto de descubrir: costillas de cerdo guisadas con salsa de tomate casera. ¿Acompañamos al Sr. Comilón a la cocina para ver cómo las hace?
La carne de las costillas de cerdo es conocida por su textura jugosa y tierna. Cuando se cocinan de manera adecuada, la carne se separa fácilmente del hueso, lo que las convierte en un placer al comer. La combinación de carne magra y grasa intramuscular contribuye a esta textura jugosa, mientras que el proceso de cocción, ya sea a la parrilla, al horno o a fuego lento, permite que se cocinen de manera uniforme y se vuelvan tiernas.
Para 4 personas con 1,5 o 2 kg de costillas es suficiente. Generalmente venden los costillares enteros, pero si vamos a nuestra carnicería de confianza, podemos pedir que nos las separen una a una para guisar. Si no, lo podemos hacer nosotros mismos en casa. Os aconsejamos lavarlas bajo el agua del grifo para eliminar restos de líquido sanguinolento que desprenden, sobre todo en el caso de los costillares que venden envasados al vacío. Dejamos escurrir.
Una vez limpias, y prácticamente secas, las salpimentamos con sal y pimienta negra molida asegurándonos de que la mezcla quede bien distribuida por toda la carne.
Ponemos un buen chorro de aceite de oliva en una cazuela o sartén de gran tamaño a fuego medio-alto. Cuando esté caliente, con mucho cuidado de no quemarnos, añadimos las costillas y las doramos bien por ambos lados (más o menos unos 5 o 7 minutos por cada lado). Si el fuego está muy alto, lo bajamos para evitar quemarlas. Una vez doradas, las sacamos y reservamos.
En la misma cazuela o sartén, con el aceite sobrante de haber dorado las costillas, añadimos una cebolla picada y 3-4 dientes de ajo pelados y cortados en trozos muy pequeños. Acto seguido agregamos 2 zanahorias peladas y troceadas, un pimiento rojo pequeño y dos verdes de los finos, despepitados y cortados en trocitos, y por último, un puerro igualmente troceado.
Dejamos que se haga a fuego medio durante unos diez minutos o hasta que todo esté perfectamente pochado, dando vueltas de vez en cuando. En este punto, introducimos de nuevo las costillas en la cazuela o sartén junto con una cucharadita de tomillo y otra de romero molido.
Removemos bien y regamos todo con un vasito de vino blanco. Dejamos que se evapore un poco el alcohol y a continuación echamos dos tazas de salsa de tomate casera junto con un vaso de agua. Si en ese momento no tenemos salsa de tomate casera, podemos usar conservas de tomate natural triturado. Debemos asegurarnos de que las costillas estén cubiertas con líquido y que todo esté bien mezclado entre sí. Cocinamos a fuego medio bajo, cubrimos la cacerola o sartén con una tapa, sin cerrar del todo, y dejamos durante una hora y media aproximadamente o hasta que veamos que las costillas estén tiernas y en su punto óptimo de cocción.
Durante este tiempo, removeremos ocasionalmente asegurándonos a la vez de que no se queden sin líquido. Para evitarlo, podemos añadir algo de agua muy de poco en poco, pero realmente lo que queremos conseguir es que quede una salsa un tanto espesa, densa. Si nos pasamos añadiendo agua, podemos hacer que quede muy acuosa. Una vez que las costillas estén tiernas, comprobamos el punto de sabor y, si vemos que están sosas e hiciese falta, lo ajustaríamos añadiendo más sal y pimienta. ¡Y listas para comer!
Os aconsejamos comerlas en caliente junto con algún tipo de guarnición, como con un arroz blanco rehogado con un par de dientes ajo y un chorrito de aceite de oliva, unas patatas chips o patatas gajo, ambas caseras, un rico puré de patata o la guarnición que más nos guste. Eso sí, aprovechad para mojar esa salsita con un rico pan de pueblo. Os recomendamos que os deis una vuelta por nuestro artículo: ‘Las matemáticas del panadero; índice o porcentaje de panadero: ¿qué es, para qué sirve y cómo se calcula?’. Aquí podréis encontrar un calculadora muy fácil de utilizar para elaborar un rico pan con las cantidades exactas de los ingredientes necesarios.
2 Comments
Miki
Realmente ricas, las costillas es una de las cosas que comemos casi siempre de la misma manera. Con salsa de tomate tienen una pinta increíble!!! Gracias Sr. Comilón
Sr. Comilón
Muchas gracias Miki, me alegro que te gusten. Gracias por visitar nuestra cocina una vez más.