Crème Brûlée con un ligero toque de cardamomo (Menú de Cine)
- 250 g de nata para cocinar
- 200 g de leche entera
- La piel de un limón
- Una vaina de vainilla
- Una cucharada y media de semillas de cardamomo
- 8 yemas de huevo
- 75 g de azúcar (aproximadamente 6 cucharadas)
- Azúcar para caramelizar la superficie
Aunque hoy día existen algunas diferencias sobre el origen de la créme brûlée, podríamos ubicar este postre en la cocina francesa, ya que la primera mención que existe sobre ella aparece a finales del siglo XVII en el libro de cocina “Le Nouveau cuisinier royal et bourgeois” publicado en 1961 y escrito por François Massialot, cocinero de Felipe I de Orlèans, hermano del rey Luis XIV de Francia. Su traducción literal es: “crema quemada” porque el toque final lo da el tostado de una fina capa superior de azúcar, creando un caramelo delicioso. Aunque os parezca igual a la crema catalana, no lo es. La diferencia entre ambas estriba en que la primera se realiza con nata o crema de leche y huevos, cocinado todo al baño maría en el horno, mientras que la versión catalana se espesa con huevo y almidón de maíz. Teniendo esto claro, ¿nos acompañas a la cocina para hacer una rica créme brûlée?
En un cazo de cocina ponemos 250 gramos de nata para cocinar (aproximadamente un vaso de los de agua lleno), 200 gramos de leche entera, una cucharada y media de semillas de cardamomo con las vainas ligeramente quebradas para que el toque de aroma y sabor sea aún mayor, una vaina de vainilla abierta y la piel lavada y seca de un limón no muy grande. Ponemos a fuego medio, llevamos a ebullición, y es en este momento cuando bajamos el fuego y mantenemos así durante 3-5 minutos evitando que se nos agarre en el fondo. Retiramos del fuego, tapamos y dejamos infusionar al menos durante otros 10 minutos.
En un recipiente aparte, mezclamos 8 yemas de huevo y 75 gramos de azúcar, unas 5 cucharadas aproximadamente. A esto le añadimos, sin parar de remover con una cuchara y una vez colado, la nata y la leche infusionadas, integrando bien la mezcla y evitando en todo momento que las yemas se cocinen.
Para saber cómo podemos separar las yemas de las claras de huevo, pasa por mi sección: Técnicas de cocina.
Con esta mezcla llenamos 4 recipientes pequeños aptos para hornear y, a su vez, los introducimos en una fuente grande y honda de cocina de iguales características. Llenamos de agua la fuente externa y cocinamos al baño María en el horno, precalentado previamente a unos 100 grados centígrados de temperatura, al menos durante 30-40 minutos.
¿Cuándo sabemos que está en su punto óptimo de cocción?, muy fácil. En el momento en el que los bordes presentan una consistencia firme y la mezcla deja de temblar, podríamos decir que están en su punto.
Dejamos templar a temperatura ambiente o enfriar en el frigorífico y, en el momento en el que la vayamos a comer, espolvoreamos azúcar por su superficie, obteniendo una fina capa que la cubra, que quemaremos con ayuda de un soplete hasta que adquiera un color tostado a modo de caramelo. ¿No te parece delicioso?
One Comment
miki
Esto si que está para chuparse los dedos, qué delicia!!!!