El invierno con Giuseppe Arcimboldo
Las obras de Arcimboldo no pasan desapercibidas, son muy conocidas y siempre nos quedamos con lo más superficial de su obra sin profundizar en el porqué de la composición. La utilización de elementos naturales va más allá de mostrar originalidad.
De origen italiano, Arcimboldo, trabajó en Austria y Bohemia (región histórica de la República Checa), aunque comenzó a trabajar en su propia ciudad, Milán, que por cierto, el Sr. Comilón estuvo este verano por allí, a los 22 sobre todo en la catedral con diseños de pinturas y vidrieras.
Pero su obra se fue alejando de lo convencional, de la pintura tradicional y de su ciudad natal. En 1562 encontramos documentación que lo sitúa en Praga, donde trabajó como pintor para los Emperadores Fernando I, Maximiliano II y Rodolfo II. Sus obras estuvieron en muy “alta estima” desde el primer momento y tuvo gran éxito. Recordemos que recibía encargos como retratos, escenas religiosas etc., pero su obra más reconocida son los retratos formados con animales, flores, frutas y otros objetos que simulan las diferentes partes del rostro.
Realmente con estas composiciones mostraba los retratos de personajes de la corte, de un modo mordaz y satírico. Figuras que encierran cierta belleza o, al menos, curiosidad al querer descubrir cada elemento, pero que realmente las podemos catalogar incluso como alegorías. ¡Imaginad el revuelo que se formaba cuando se mostraba una de estas obras!
Arcimboldo era realmente muy apreciado por tener tanta imaginación, pero no realizó muchas obras de este tipo. El encargo más conocido fue el de “Las Cuatro Estaciones” por el emperador Maximiliano II de Habsburgo en 1.573 como regalo para el elector de Sajonia, Augusto.
Actualmente esta obra se conserva íntegra en el Museo del Louvre, París (Francia), pero esta serie tuvo varias versiones realizadas por el propio Arcimboldo que están en el Kunsthistorisches Museum, Viena (Austria), The Menil Collection, Houston (Estados Unidos), Bayerische Staatsgemäldesammlungen, Múnich (Alemania), y más cerquita de nosotros, en el Museo de la Real Academia de San Fernando, Cádiz (España), donde podemos disfrutar de una “Primavera” maravillosa.
El ejemplo que hemos tomado ha sido el “Invierno”, datado en 1.573 conservado y expuesto actualmente en el museo del Louvre, París y que fue adquirido por dicho museo en 1.964. Es de las composiciones más grotescas ya que, a juego con la estación, vemos cómo el busto y el rostro están formados a base de troncos y raíces. Parece un árbol en movimiento y en proceso de cambio, con la hiedra floreciendo a modo de cabello, con una barba en crecimiento sin forma determinada y sin buscar una idealización hacia lo bello. Como detalle vemos los limones vivos que contrastan con el resto de la imagen.
Observad la obra detenidamente y disfrutad de cómo en pleno siglo XVI un pintor se atrevió hacer este tipo de obras y cómo, tras su muerte, cayó en el olvido, hasta que a principios del siglo XX una de las vanguardias emergentes del surrealismo lo tomó como referente por su ruptura con la composición imperante en su momento y el gran efecto visual que se percibe en su obra como puro juego y magia. Desde este momento empezaron a valorar su obra.
En otras estaciones del año os mostraremos el resto de imágenes, ¿cuál es vuestra estación favorita?, ¿os apetece que el Sr. Comilón versione este tipo de obras?