Menú Cultural

¿La podredumbre en un alimento puede ser bella? Según Kathleen Ryan, sí.

Fotografía de la artista Kathleen Ryan en su estudio de Nueva York.

© Fotografía de Emiliano Granado (2.019)

 

 

“Bad Lemon (Sour Blush)” (2.020)

Eric Minh Swenson

 

 

© EL COPYRIGHT DE LAS IMÁGENES QUE NO SON RECETAS PERTENECE  A SUS RESPECTIVOS AUTORES

© El Platillo Comilón

 

 

     ¿Cuántas veces hemos ido a comer una pieza de fruta y nos hemos dado cuenta que estaba completamente podrida dentro de una bolsa de plástico o de papel en el frigorífico?, ¿y cuando hemos ido a coger un vegetal y los dedos se nos han colado en su interior a la vez que nos pringamos de una solución auténticamente babosa?, ¿y cuando el pan de molde adquiere cierto color verdoso?

 

 

     Esto forma parte de la putrefacción o descomposición natural de la materia orgánica por la acción directa de determinados factores externos como la humedad, el calor, el paso del tiempo y por la acción de varios microorganismos. Otros sinónimos que podemos emplear para definir el mismo estado es descomposición, degradación, putrefacción, pudrición… pero por lo general decimos que ese alimento tiene moho.

 

     El moho se trata de una agrupación de grandes cantidades de hongos que colonizan el alimento nutriéndose a la vez de él. Crecen dando lugar a una especie de espuma, algodón o polvo que recubriendo su superficie de forma progresiva hasta pudrir completamente el alimento. Pero de todo ello también se saca cierto punto de belleza y arte. Sí, como os estamos contando.

     El proceso de la putrefacción, la descomposición y la degradación de los alimentos es llevada hasta el extremo para dar lugar a piezas de auténtico arte de las manos de Kathleen Ryan. Hablamos de una escultora nacida en Santa Mónica, California en el año 1.984 (Estados Unidos). En la actualidad vive y trabaja en Nueva York y es considerada como una artista contemporánea que ha sabido crear hermosas esculturas bajo el concepto de fruta podrida.

 

Kathleen Ryan trabajando en su estudio de Tribeca (Nueva York). © Fotografía de Emiliano Granado

 

“Bad Lemon (Armadillo)” (2.021)

 

Detalle de “Bad Lemon (Creep)” (2.019)

 

 

© Vídeo de Eric Minh Swenson

 

     Para hacer estas esculturas utiliza piedras semipreciosas, minerales y otro tipo de materiales que hacen de ellas una auténtica obra de arte que no podrás dejar de mirar. Entre esas piedras preciosas podemos encontrar malaquita verde esmeralda, cuarzo de varios colores y texturas, ágatas, lapislázuli, ojo de tigre, jaspe, granate, pirita, rodonita, ópalo rosa, amazonita, amatista, etc.

 

“Bad Lemon (Sea Witch)” (2.020)

 

Detalle de “Bad Lemon (Sea Witch)” (2.020)

 

 

“Serpentine Flurry” (2.019)

 

 

«Bad Cherries (Fresh Pearls)», (2.020)

 

     Sus maravillosas manos representan en cada una de sus obras la podredumbre que poco a poco atrapa hasta engullir a cada una de las frutas en las que se inspira (limones, uvas, peras, melocotones, cerezas…) y cómo esta es la causante del futuro aspecto de una fruta fresca comida por esos dichosos hongos. Y lo hace a una escala mucho mayor que la de la vida real, lo que hace que aun sea más impactante para nuestra percepción. Los cristales y piedras semipreciosas de varios colores y tamaños, son colocadas de forma individual con tanto mimo que, de una cosa fea y horrible de la naturaleza, la convierte en puro y auténtico arte.

 

BIBLIOGRAFÍA:

      •  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

print
Si te ha gustado, ¡compártelo!

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ir al contenido