Tarator búlgaro
- 2 pepinos grandes (400 g aproximadamente)
- 2 dientes de ajo
- 500 g de leche kefirada (podemos sustituirla por 4 yogures naturales)
- 500 ml de agua muy fría (podemos añadir algún cubito de hielo)
- 2 cucharadas de aceite de oliva
- 2 ramitas de eneldo fresco
- Un puñado de nueces molidas
- Sal
Este plato, típico de Bulgaria, suele elaborarse los meses de verano debido a su gran efecto refrescante, aunque como siempre decimos, cualquier plato, frío o caliente, se puede comer en cualquier época del año. Podríamos decir que es el gazpacho búlgaro. Se trata de una sopa muy fría elaborada a base de un yogur muy especial, pepino y nueces, entre otros ingredientes, que le aportan aroma y sabor. ¡Vamos a la cocina a elaborar nuestro tarator!
Pelamos y cortamos en trozos no muy grandes 2 pepinos de gran tamaño (unos 400 gramos aproximadamente). Cogemos un puñado de estos trozos, lo trituramos con ayuda de la batidora y ponemos todo mezclado en una ensaladera o fuente de cocina grande.
Añadimos también 2 dientes de ajo pelados y muy picados. En nuestro caso hemos usado una tenaza metálica para picarlos, dejándolos en trocitos muy pequeños.
Añadimos a esto unos 500 gramos de leche kefirada. Esta es una leche muy parecida al yogur casero elaborada por un conjunto de bacterias y levaduras cuyas propiedades nutricionales y terapéuticas son inmensas para nuestro organismo. Usada típicamente en Bulgaria, ha empezado a extenderse de tal manera que hoy día son muchas las personas que la elaboran de forma casera. Pero si quieres saber más al respecto, pincha AQUÍ o en la siguiente imagen.
En caso de que no encontremos este tipo de leche, o no podamos hacerla de forma casera, podemos sustituirla por 4 yogures naturales sin azúcar. El sabor y textura no son iguales pero no lo desmerecen.
Para dar una consistencia más líquida a esta especie de gazpacho lo que utilizaremos será medio litro de agua muy fría. Podemos añadir algunos cubitos de hielo. Removemos todo bien hasta conseguir una mezcla homogénea y añadimos 2 cucharadas de aceite de oliva, sal al gusto y 2 ramitas de eneldo fresco. Si no tenemos de este último fresco, podemos utilizar una cucharada rasa de hojas molidas. Mezclamos bien y añadimos un puñado de nueces peladas y machacadas en un mortero. No debemos machacarlas completamente, debemos dejarlas en trocitos pequeños para que, a la hora de comerlas, las podamos masticar. Hasta que lo vayamos a consumir lo conservaremos en el frigorífico para que esté fresquito. ¿Qué, os gusta? El sabor es increíble a la vez que refrescante.