Casadielles asturianas de la Señora Imelda Trapiello
© El Platillo Comilón
INGREDIENTES: (para 25 unidades aproximadamente)
* Para la elaboración de la masa:
- Medio kilo de harina de trigo
- Una yema de huevo
- Un cuarto de tarrina de mantequilla a temperatura ambiente o pomada (unos 62-63 g aproximadamente)
- Un pocillo*1 de aceite de oliva
- Un pocillo*1 de agua
- Una cucharadita de postre de sal
- Un sobre de levadura química en polvo (unos 16 g aproximadamente)
- *1Pocillo es la medida de una taza de café pequeña.
* Para la elaboración del engrudo o relleno:
- Un kilo de nueces
- 500 g de avellanas
- Una medida de azúcar por cada dos de nuez y avellana una vez picadas y mezcladas
- Medio vasito de anís
* Para freír:
- Aceite de girasol
* Para servir:
- Azúcar normal o glas para espolvorear por encima
ELABORACIÓN:
El nombre que recibe este dulce, casadielles o casadiellas, nos da una pista de su origen geográfico dentro de la Península Ibérica, más concretamente en España. ¿Os suena de algo? Pues es, nada más y nada menos que del Principado de Asturias (Principáu d’Asturies). Esta palabra procede del bable o asturiano, pero hoy en día son muy pocas las personas que lo hablan. Se constituyó como un dialecto cuyo origen tuvo lugar en la lengua romance derivada del latín que se hablaba en los reinos medievales de Asturias y León (Reino Asturleonés). Hoy ha quedado relegado al ámbito rural más profundo y, sobretodo, entre personas de más edad del lugar. Se caracteriza por su diversidad debido a la influencia de otras lenguas como eran el gallego, situado al oeste, el leonés, situado al sur y el castellano al este. Por eso, nunca desarrolló un modelo único y propio como lenguaje a lo largo de la historia, y la elección del castellano le sirvió como lengua común.
A este dulce se les conoce también como quisadietsas, en el habla tinetense, y bollinas, por el occidente de la comunidad y en su día en Avilés.
Era muy típico que las mujeres del lugar lo elaboraran para conmemorar ciertas festividades, concretamente la de Carnaval, conocida en asturiano como Antroxu. Según el escritor castellano del Siglo de Oro, Gaspar Lucas Hidalgo (Madrid, 1.560 – 1.619), las casadiellas recibían ese nombre porque se elaboraban para celebrar casorios, aunque algunos asturianistas puros creen que deriva del término cosadielles (acertijo o adivinanza) porque se jugaba a averiguar si su contenido era de nueces, avellanas o incluso, en algunos casos, de crema pastelera.
Sea cual sea su origen hoy, en la cocina de El Platillo Comilón, vamos a elaborar unas ricas casadielles asturianas de la Señora Imelda Trapello, familiar de mi amigo Manuel, nacida el 5 de noviembre del año 1.932 en Casomera, pueblo del Concejo de Aller, Asturias. ¡Ya os podéis imaginar lo buenas que están!
Lo primero que elaboraremos será el engrudo o relleno de nuestras casadielles, ya que debe mantenerse en reposo en el frigorífico durante 24 horas antes de proceder a su elaboración. Para ello picamos y mezclamos un kilo de nueces junto con medio de avellanas ya peladas.
A esto le añadiremos una medida de azúcar por cada dos de nueces y avellanas una vez picadas y mezcladas, junto con medio vasito de anís. Mezclamos bien hasta obtener una masa homogénea, cubrimos el recipiente con papel film o un paño de cocina y lo introducimos en el frigorífico hasta el día siguiente. Pasadas esas 24 horas lo sacamos del frigorífico y lo dejamos a temperatura ambiente. Probamos y si hiciese falta rectificaríamos de azúcar y/o de anís.
Acto seguido, en un recipiente o fuente de cocina grande ponemos una yema de huevo, un pocillo de aceite de oliva, un pocillo de agua, una cucharadita de postre de sal, un cuarto de tarrina de mantequilla (unos 63 g aproximadamente a temperatura ambiente o en pomada) y un sobre de levadura química en polvo (unos 16 g aproximadamente). Mezclamos todo bien hasta conseguir una masa homogénea, y si lo hacemos con ayuda de una batidora eléctrica, veremos cómo el volumen se duplica debido a la generación de aire.
¿Cómo separamos las yemas de huevo de la clara? Sígueme en mi sección: Técnicas de cocina.
A continuación, añadimos poco a poco medio kilo de harina de trigo tamizada mezclándola con movimientos suaves y envolventes hasta integrar; debemos procurar que el volumen de la mezcla anterior no merme mucho. Llegará un momento en el que debamos valernos de nuestras manos para amasar la mezcla y obtener una masa completamente moldeable.
Espolvoreamos nuestra superficie de trabajo, al ser posible grande, lisa y limpia, con un poco de harina y seguimos trabajando la masa, esta vez, con ayuda de un rodillo de madera. La extendemos haciéndola lo más fina posible y la doblamos sobre sí misma dos o tres veces. Esto lo haremos unas dos o tres veces más para que la masa quede libre de grumos, elástica y moldeable. Por último, la introducimos plegada en un recipiente grande, la cubrimos con un trapo de cocina limpio y un poco húmedo y mantenemos en el frigorífico, al menos, durante 4-5 horas. Pasado este tiempo nos disponemos a elaborar nuestras casadielles.
Sobre la misma superficie de trabajo cogemos la masa, la estiramos hasta alcanzar un grosor de un par de milímetros aproximadamente, y cortamos con ayuda de un cuchillo en rectángulos de entre 10 y 15 cm de largo.
En el centro de cada uno de esos trozos, mas o menos rectangulares, ponemos una cucharada generosa del engrudo, sin llegar a los bordes, y lo envolvemos sobre él hasta cerrar a modo de empanadilla o tubo. Para que no se salga el engrudo cerraremos esos bordes apretando con un tenedor dándole la forma típica de la casadiella.
Haremos tantas casadiellas como cantidad de masa de la que dispongamos para luego freírlas en una sartén de dos en dos o de o tres en tres. Para freírlas utilizaremos aceite de girasol porque no trasmite sabor y se quema menos que el de oliva.
El aceite debe estar a temperatura media-alta, que iremos subiendo o bajando de potencia en función de si se hacen más o menos rápido o se queman o no. Debemos conseguir que tengan un aspecto dorado y crujiente. Según las vamos sacando de la sartén las depositamos en una fuente cubierta de papel de cocina para que absorba el aceite de la fritura y, acto seguido, las espolvoreamos por toda su superficie con azúcar normal o glas, las dejamos enfriar y… si eres muy llambión/a (dícese en asturiano de la, persona muy aficionada a las dulcerías en general), seguro que no puedes esperar a que se enfríen. ¡Buona pro! (¡Buen provecho!).
One Comment
Miki
Un dulce muy rico, Sr. Comilón